jueves, 4 de noviembre de 2010

-Sabe usted, doctor- le dijo-, he pensado mucho en su organización. Si no estoy ya con ustedes es porque tengo mis motivos. Por lo demás, yo creo que sirvo para algo: le hice la guerra a España.
-¿De qué lado?
- Del de los vencidos. Pero después he reflexionado.
-¿Sobre qué?- dijo Tarrou.
-Sobre el valor. Bien sé que el hombre es capaz de acciones grandes, pero si no es capaz de un gran sentimiento no me interesa.
- Parece ser que es capaz de todo.
- No, es incapaz de sufrir o de ser feliz largo tiempo. Por lo tanto no es capaz de algo que valga la pena.
Rambert miró a los dos.
- Dígame, Torrou, ¿usted es capaz de morir por un amor?
-No sé, pero me parece que no, por el momento.
-Ya lo ve, Y es usted capaz de morir por una idea, esto está claro. Bueno: estoy harto de la gente que muere por una idea. Yo no creo en el heroísmo: sé que eso es muy fácil, y he llegado a convencerme de que en el fondo es criminal. Lo que me interesa es que uno viva y muera por lo que ama.


La peste.-Albert Camus

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