jueves, 27 de mayo de 2010

Lívido papel, ¿vas a darme una respuesta? El cielo se ha entristecido, y por dentro, mi corazón también. Ruidos de ignorancia sucumben mis oídos al rugir el león anhelante cuya postura intimida y arrebata el coraje de cualquiera que amenace con robarle su manjar. Quiero que se me haga presente la forma de convertir a ese rugido en una canción.
Mis palabras son sólo un iluso intento de arrebatar las incertidumbres que envuelven tu ser, pues deseo convertir el lamento del que carece de una pluma en un llamado a la conciencia.
Perdonenme si no encuentro palabras, ya las aguas sucumbieron mis intentos de respirar y arrastraron con ellas realidades tan cercanas que negligentemente, nadie quiso socorrer.


Una miga en el asfalto llora y se ríe a la vez,
y aquellos dientes de sabio carecen de calcio, cuna y miel.
Si todo es tan liso y tan llano,
tu pensamiento también,
que lo azul es sólo una montaña
para aquellos que saben ver.
Se asoma en su rostro una sonrisa,
mezcla de esperanza, pureza e ilusión,
y ya no son los fríos números aquellos que me darán amparo,
sino la luz de ese gesto, oro puro, del más honesto.


cp.-

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